Recetario

Un flan con exquisito sabor familiar

Esta receta tiene en la familia González una historia casi de novela y su preparación; infinidad de sabrosas variantes

José Rubén Alonso González

Consuelo Blanco (al centro) y familiares. De pie, Jesús González. Foto: familia González.

¿Mamá, me pasas la receta del flan?

Del otro lado del auricular, Lupita González Blanco advierte: “Es la receta de mi mamá”, y con la receta, la historia de la abuela y el abuelo, Consuelo Blanco López y Jesús González Ramírez, hijos de Guadalajara y Pegueros, Jalisco.

La receta de la abuela Chelito del flan napolitano, aunque no tenga nada que ver con Nápoles, Italia, como los cacahuates japoneses con Japón, o las enchiladas suizas con Suiza, es común a cualquier flan, pero tiene origen y carga familiar de amor, casi de novela.

Foto: Juan Carlos Núñez B.

Era 1928. Consuelo tenía 17 años y Jesús, diez años mayor que ella, la pidió en matrimonio a María de los Ángeles López, de Capilla de Guadalupe, Jalisco, y Daniel G. Blanco, tapatío. Testigos, acompañando al peticionario, Sabás González y Josefina Ramírez, de Ciudad Guzmán (aunque entonces sólo se conocía como Zapotlán el Grande, para luego perderlo, y ahora ya recuperado) y de Tala, Jalisco, respectivamente.

Ya comprometido, Jesús partió al “Norte”, al sur de California, donde comenzó estudios de la floreciente aviación. A los tres meses, la comunicación por carta se interrumpió, y Consuelo parecía ver perdido a su amor… Pero no, un amigo de Jesús escribió por él, narrando por qué Jesús no podía hacerlo, sino dictarle su primera carta luego de un accidente aéreo que lo dejó más que postrado.

Mientras Jesús estaba en el “Norte”, Consuelo estuvo con las Hijas de María Auxiliadora, que de niña la educaron en primaria, aunque ahora, la prepararon para el matrimonio: cocina, bordado, planchado, costura, administración del hogar, y lo mejor que desarrolló: repostería.

Al regreso de California, un año después, se casaron en templo del Carmen. La sección Sociedad Tapatía de El Informador así reportó el hecho:

Periódico El Informador

“Ayer (24 de agosto de 1929), a las diez horas, unió sus destinos la señorita María del Consuelo Blanco con el señor don Jesús González, ceremonia que se celebró en el templo de Nuestra Señora del Carmen. Atentas y elegantes esquelas circularon invitando a algunas familias de nuestra sociedad…”

“Los templos se estaban abriendo”, recuerda Lupita González Blanco. El conflicto religioso conocido como la Cristiada había llegado a su fin tras los acuerdos entre el Gobierno federal y la jerarquía de la Iglesia católica a finales de julio de 1929.

¿Y el flan?

“Lo que necesitas”, refiriere Lupita González Blanco, como si estuviera leyendo el cuaderno de recetas que Chelito le pasó mientras la preparó para el matrimonio con José Alonso Barrera en los comienzos de 1959: “huevos, de 5 a 8, según la consistencia que quieras; una lata de leche condensada, una lata de leche evaporada, una porción de queso crema, vainilla, azúcar y una flanera. Eso es lo básico, pero si quieres que quede más firme y cremoso, una lata de media crema; y algo más elegante en el sabor, almendras”.

Ya con todo, viene la preparación. “Lo primero, prender el horno para que esté a punto de calor intenso, o si tienes una vaporera, puedes hacer el flan a baño María”.

Foto: Juan Carlos Núñez B.

Lo primero que hay que preparar es el caramelo, “pero con mucho cuidado, puedes sufrir una quemadura de tercer grado”. En la memoria, la quemadura en la mano que tuvo José Alonso, a quien lo conocían y decía “Perico” al preparar caramelo y derramársele.

Pones el azúcar en una cacerola, a fuego alto. Le pones un chorrito de agua para que se disuelva, pero no mucha, sólo para que se disuelva… Mientras se calienta, con una pala de madera lo mueves constantemente para que no se pegue, pero recuerda que esté a fuego alto, pues el azúcar se te puede hacer grumos. Poco a poco”, continúa Lupita, “se formará el caramelo. Primero será cristalino, si utilizas azúcar refinada, blanca. Si sacas un poco, podrá hacerse un hilo continuo… conforme pasa el tiempo según la intensidad del calor, comenzará a cambiar de color, ocre, el color del caramelo. Cuando esté café ocre apaga la estufa y vacía el caramelo caliente con mucho cuidado en la flanera para formar una capa en la base y a los lados. Utiliza trapos de cocina para tomar la flanera con el caramelo, la cual moverás lentamente de un lado a otro para que se esparza el caramelo en la base y paredes. Pero cuidado, una pequeña gota de caramelo te puede provocar una dolorosa quemadura”, advierte reiteradamente.

“Lista la flanera con el caramelo, licúa los huevos, la leche condensada evaporada y condensada, la media crema y el queso crema, agregándole un chorrito de vainilla”. Para las medidas, Lupita ha hecho conversiones: Leche evaporada y la condensada, así como la media crema, una lata respectiva de Nestlé; del queso crema, Philadelphia, de Kraft.

La mezcla se vacía en la flanera preparada con caramelo. Se introduce al horno o a la vaporera para baño María. La cocción va entre 45 minutos y una hora, según la intensidad del calor. Y como con los pasteles, para verificar si ya está listo, introduce un palillo o un cuchillo, si al sacarlo está “limpio”, el flan ya está.

Cuando ya esté a temperatura ambiente, no antes, pues se te puede romper, lo ‘volteas’ en un platón, con mucho cuidado para no derramar el caramelo.

Foto: Juan Carlos Núñez Bustillos.

El flan de Consuelo, de Lupita, se puede transformar con otros sabores: en lugar de almendras, en el momento de la mezcla de huevos, leches y crema, nueces; ponerle una copa de whiskey Jack Daniels (por el sabor amaderado), en lugar de media crema, tres copas de rompope, o hacerlo con elotes, sustituyendo esa media crema con un latita de elotitos; o de guayaba, con cuatro guayabas sin semillas licuadas. ¿Y qué tal si se le da un sabor a naranja, incorporando a la mezcla la ralladura de cáscara una naranja? O bien, licuar con un poco de la mezcla media cáscara de mandarina… riquísimo el toque.

Para el flan de elote, en lugar de caramelo de azúcar, impregnar la flanera con cajeta, como lo hace Sandra Jordán, en La Paz, Baja California Sur. Riquísimo.

El flan adornado puede combinar sabores dulces con ácidos. Con fresas, con frambuesas, con arándanos, con zarzamoras; y los hechos con toque de naranja o mandarina, con gajos de esos cítricos.

Jesús y Consuelo. Foto: Cortesía de la familia González.

Consuelo, Chelito, dejó de prepararle a Jesús el flan desde 1961. Lupita, su hija, continuó y lo heredó.

Jesús, a partir de entonces, cantó:

Desde que tú te has ido

desde que te has marchado

mis manos tienen frío

por no tener tus manos.

Desde que tú te has ido

desde que me has dejado

yo solo soy la sombra

de aquel que tú has amado.

Y en mi jardín pequeño de sueños

y esperanzas

hay un rumor a invierno amor

sin ti no tengo nada

hay un rumor a invierno amor

sin ti no tengo nada.

Desde que tú te has ido

desde que me he quedado

en esta casa nuestra

es que me falta algo.

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