Primer plato

Cuando se está lejos de Jalisco y se extraña la comida

Ni carne en su jugo, ni torta ahogada, ni birria de chivo aparecen en los menús de los restaurantes mexicanos en Europa. La nostalgia por una jericalla es grande

Fabian Ramirez Flores / Lyon, Francia

Tamales Anahuacalli Paris

Foto: Anahuacalli

Siempre me quedo con el antojo de probar un platillo típico de Jalisco. Cuando visito restaurantes mexicanos en Europa se me hace agua la boca cuando imagino que al llegar veré escrito en la carta « Carnes en su jugo » « Torta ahogada » « Birria de chivo » Siempre termino pidiendo quesadillas, tacos enchiladas, alambres, guacamole y otros platillos menos elaborados.

Y ¿de beber ? peor está el asunto. Aguas frescas sabrosas no hay. La fruta es muy cara aquí porque la importan, de países de Americana Latina o de Africa. Tomar una cerveza mexicana es un capricho. Por una Corona hay que pagar entre 5 y 7 euros, cuando el precio de una local es de unos 4 euros.

De tejuino, agua de horchata o jericallas también me quedo con ganas. Ni en París, Londres, Barcelona o Milano los he encontrado. Desde hace dos años, cuando visito algún rincón de este continente, siempre busco comer en algún restaurante mexicano, porque la verdad cuando estoy lejos de Guadalajara no sólo extraño el tremendo tráfico del Periférico, el mal estado de sistema de transporte público, las calles inundadas por las lluvias, la familia y los amigos, por supuesto. También extraño la comida, esos olores y sabores únicos que provocan recuerdos. Para mí la comida más que una fuente de energía es una fuente de recuerdos. No sé a ustedes, pero a mí me pasa que cuando pruebo algo que no comía hace mucho tiempo, a mi mente viene la imagen de algún lugar y momento especial.

Cuando el plato llega a la mesa, siento el calor de la comida en la cara y respiro su olor, mi mente se nubla de recuerdos y pienso en ciertos restaurantes tapatíos, puestos de tacos, mercados y tianguis.

[su_gmap address=”El Nopal, Paris, Francia”]El Nopal, París, Francia[/su_gmap]

Cuando comí una quesadilla con chorizo en el Nopal (en París) fue imposible no pensar en cuando yo era niño y mis padres nos llevaban a mis hermanas y a mí a comer al Kamilos (barrio de Santa Tere). Como en ese entonces no me gustaban las carnes en su jugo (ahora es mi platillo preferido), siempre pedía dos quesadillas con chorizo.

[su_gmap address=”Rosa Negra, Barcelona, España”]Rosa Negra, Barcelona, España[/su_gmap]

Las del Kamilos no tienen comparación. Aquí en Francia siempre faltan las tortillas hechas a mano y las salsas de tomates y chiles asados preparadas en molcajete.

Rosa Negra -Barcelona

Foto: Rosa Negra

Cuando comí enchialdas en el Rosa Negra (Barcelona) recordé el último día de un curso de inglés. Una amiga llevó todos los ingredientes, las preparó en el salón de clases y luego las calentó en el horno de micro hondas de la cafetería. Me quedó claro por qué ella había tenido la mejor calificación del grupo! Sus enchiladas estaban deliciosas, su salsa fue el toque que aún me hace recodarlas 11 años después.

En noviembre del año pasado comí (en el restaurante Anahuacalli, en París) el único tamal que puedo decir lo he disfrutado. En comparación con otros éste tenía buen tamaño, masa bien cocida, textura suave y plana, bastante relleno de mole rojo con pollo y ese sabor tan mexicano. Este tamal me hizo recordar a la fiesta a la virgen de Guadalupe que mis padres organizan en su casa la noche del 11 de diciembre. Una fiesta especial porque reune a muchos familiares y amigos que veo pocas veces durante año, incluso es la única noche del año en la cual los veo.

 

[su_gmap address=”Anahuacalli, París, Francia”]Anahuacalli, París, Francia[/su_gmap]

En Lyon (donde ahora vivo) el restaurante mexicano que prefiero es Don Taco. Cuando voy ahí me gusta pedir un alambre de camarones. Es el único platillo que ofrecen con camarones y yo no puedo resisitirme a comerlos. Aquí es escasa la varidad de platillos con camarones. Cuando mis padres nos llevaban a mis hermanas y a mí a las playas del Pacífico, me gustaba pedirlos al ajo, a la diabla, a la mantequilla, capeados… Me seguiré quedando con el antojo hasta que vaya a territorio mexicano o hasta que yo me decida a seguir una receta y cocinarlos. En realidad cada vez que pruebo comida mexicana acá termino diciendo « no, esto no sabe igual que en México », pero aunque sea me trae muy buenos recuerdos.

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