De cómo nuestras queridas tortillas se transfiguran en 13 delicias distintas y conservan al mismo tiempo su prehispánica esencia
Elena Jiménez
Si a una tortilla le pones comida, es un taco. Y si lo metes en aceite caliente, es un taco dorado. Ah, pero si la metes enrollada en el aceite, se llama flauta. Y si antes lo bañas en chile guajillo, es una enchilada. Ahora, si al taco le pones queso por dentro, se convierte en una quesadilla. Y si le pones la salsa y el queso gratinado por fuera, se convierte mágicamente en enchilada suiza.
Y cuando esa tortilla la partes en pedacitos, la metes en aceite y después le pones queso y chile, se transforma en chilaquiles. Sin embargo, cuando la metes en el sartén y la bañas con fríjoles, tienes unas enfrijoladas. Pero si en lugar de frijoles le pones salsa de jitomate, la has convertido en ¡entomatadas!
Si cortas tiritas y las metes en un caldillo de jitomate con chile pasilla crema, queso y aguacate, entonces es una deliciosa ¡sopa de tortilla!
Si las enrollas y las bañas de crema y encima pones rajas de poblano y chorizo, te quedan unas maravillosas enjococadas… Al cortarlas en triángulos y meterlas al aceite hirviendo, serán totopos…
Pero también puedes freírlas hasta endurecerlas, ponle encima todo lo que se te ocurra para que disfrutes de ricas tostadas…
Y así, esto se llama “La Superposición cuántica de la tortilla”.
¡Vivan México y la tortilla!
1 Comentario
gfhdfhgfh
20 febrero, 2021 at 10:01 pmsólo faltó mencionar un axioma más: Si el ingredient principal es el queso se convierte en quesadilla, si el ingediente principal no es el queso se convierte en taco o en otra cosa menos en quesadilla