Disfrutar de la comida sin ver es una experiencia que despierta los sentidos, deleita el paladar y genera una profunda gratitud
Juan Carlos Núñez
Esta es la reseña de una cena en la que no diré nada de las sabrosas preparaciones que disfrutamos. Quizá usted se anime a participar con los ojos tapados en la próxima y no quiero quitarle la sorpresa y la alegría de que descubra con el gusto, el tacto y el olfato los ricos sabores de la comida. Solamente le diré que es mucho más que una cena, es una experiencia inolvidable de la que se sale con el corazón engrandecido.
El organizador de esta especial reunión es Bernardo Álvarez un joven muy talentoso, un incansable promotor de la cultura de la inclusión. Es cantautor, deportista, imparte talleres y conferencias, construye instrumentos musicales con chatarra… nunca está quieto. Es, sobre todo, un contagiador de alegría y buen espíritu.
La cena sensorial comenzó con puntualidad inglesa a las puertas del domicilio previsto. Antes de ingresar un grupo de jóvenes nos invitó a cubrirnos los ojos con unos antifaces negros, nuevos y cómodos. No se veía nada. El primer sentimiento es de incertidumbre y vulnerabilidad.
En ese momento comenzó la experiencia guiada por Bernardo Álvarez y un grupo de personas sumamente cuidadosas y muy bien organizadas que logra generar en un instante una gran confianza. Nos dejamos llevar sabiendo que lo que nos esperaba sería muy bueno a pesar de lo inquietante que resulta privarse de un sentido. De la inquietud inicial pasamos en unos minutos al sosiego y al gozo.
De lo que sucedió adentro durante las aproximadamente tres horas no les daré detalles para que quienes vayan puedan descubrir las múltiples sorpresas que brinda la cena sensorial, este espacio que rebasa por mucho el comer sin mirar lo que hay en el plato.
Y eso que había en el plato, estaba muy rico. Ir descubriendo poco a poco qué era cada alimento, sentirlo y saborearlo sin verlo exaltó sus sabores, olores y texturas. Nos ayudó además a hacernos más conscientes de nuestro propio cuerpo y sus capacidades. Produjo también un encuentro distinto con los compañeros de mesa. Ni qué decir de la admiración por el trabajo y creatividad de Bernardo Álvarez.
La cena sensorial fue una experiencia gozosa y conmovedora que despierta los sentidos, deleita el paladar y genera un profundo un sentimiento de alegría y gratitud.
Si usted tiene interés en vivir esta experiencia puede contactar a Bernardo Álvarez en www.facebook.com/alvarezbernardo o en el teléfono 33 11 18 01 25.
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