Con ingredientes traídos de Ensenada, un grupo de jóvenes ofrece sorprendentes platillos elaborados con gran creatividad y esmero
Juan Carlos Núñez Bustillos
Cuando era muy chico y exploraba con mi padre unas rocas al final de una playa en las que revientan las olas, encontramos un erizo de mar. Estaba pegado a la piedra en una especie de cueva que había horadado el mar. Fue un gran descubrimiento para mí. Muchos, muchos años después, descubrí en plena ciudad otro sorprendente Erizo de Mar. Está en al fondo de unas paredes igual de oscuras que aquellas rocas y se come delicioso.