“Aromatizada por el café recordó citas formales de sus tantos admiradores que no le llenaron las pláticas”
Elba Castro
La lluvia erizaba sus recuerdos.
Ella, anidaba la brisa de sus ojos
en una servilleta.
El café era el suspiro de la tarde
que desfallecía en el asfalto.
El paso de los coches
musicalizaba su memoria,
así corría el río de sus años.
Aromatizada por el café
recordó citas formales
de sus tantos admiradores
que no le llenaron las pláticas
pero gustaba de los sorbos de palabras,
la aquietaban.
Suspiró, y bebió más de sus recuerdos.
Abrazada a su compañía
comprobó que nunca, nunca
ha estado sola.
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