En las cañadas que circundan al río Santiago se desarrollan estos frutos que se caracterizan por su intenso dulzor
Sergio René de Dios Corona
Los mangos barranqueños nacen en las entrañas de los kilómetros de barranca que circundan el río Santiago, por el costado norte de la Zona Metropolitana de Guadalajara. Aunque pequeños si se les compara con otras variedades como los llamados petacones, son famosos por su sabroso dulce que casi llega a néctar. Sus colores pasan por el verde, combinan éste con el amarillo o el naranja, y se acercan a un tono rojizo; tanto, que se les describe como “chapeteados”.
Son mangos que producen frondosos árboles y huertas desparramadas en las laderas del río, como sucede en Ixcatán, en Zapopan. Son frutos que crecen en la adversidad, que maduran a pesar de la grave contaminación del afluente, las plagas que atacan los árboles o la falta de suficientes apoyos gubernamentales para aumentar, procesar o distribuir las cosechas, a pesar de que son representativos de la región.
Es un mango al que la barranca le dio una categoría nueva en la clasificación del fruto, que se ofrece en las comunidades, pueblos y puestos que durante la temporada se ubican a un lado o cerca de la carretera que conduce de Guadalajara a Zacatecas. Una reja, como se nombra a las cajas de madera, se vende a 100 pesos y contiene casi un centenar de mangos.
Son mangos que, como al resto de especies, hay quienes los dividen en “tirados” y “cortados”. Los primeros son los que se caen por sí sólos una vez que se maduran, que tienen la desventaja de que se magullan o se abren; y los segundos son los que se cosechan a mano o con un palo largo con gancho.
Los conductores de vehículos se detienen en alguna de las muchas curvas con fondas o miradores aledaños a la carretera, que aparecen apenas se va dejando atrás la urbe. Ahí compran los mangos y llevan a sus casas o los saborean en el camino. La oportunidad de adquirirlos termina en el pequeño poblado Paso de Guadalupe, en el fondo de la barranca, donde inicia el ascenso del otro lado y también empieza el municipio Ixtlahuacán del Río.
Los mangos barranqueños se parecen a los llamados criollos, pero tienen un sabor más dulce. Los conocedores dicen que los mangos hinchados, o sea, los que maduran en el árbol, suelen ser los más sabrosos. Los barranqueños tienen otra ventaja: están prácticamente a la mano para los tapatíos. Se distribuyen en mercados y puestos, sobre todo entre abril y junio, en la Zona Metropolitana de Guadalajara.
Cómo disfrutarlos, queda al gusto: sin colocarles nada, para lo cual basta quitarles la cáscara para comerlos y luego comerlos y chuparlos hasta dejar el puro hueso; o bien, cortarlos en rebanadas y añadirles chile, limón y sal; o bien clavarles un palo en el centro, como si fueran paletas, y agregarles chile en polvo, llamado mangoneada. Como se prefiera, es una delicia que sólo se puede encontrar una temporada al año.
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