Hay pocas comidas que no requieran combinar al menos dos elementos. Ésta es una que muestra la grandeza de lo simple
Juan Carlos Núñez Bustillos
¿Cuántas recetas conoce en las que se requiera solamente un ingrediente? Hay muy pocas. Incluso las más sencillas suelen requerir al menos de una pizca de sal, un toque de azúcar, unas gotas de limón o un poco de chile.
Esta receta es al mismo tiempo una de las más sencillas y una de las más difíciles. La más simple porque se requiere únicamente de un ingrediente que se cuece al vapor. Es también difícil, porque se necesita un camote del cerro morado (no pintado) recién cosechado.
Una vez cocido, esta maravilla se torna de un color azul-morado muy oscuro.
Hace unos días tuve la fortuna de recibir este sabrosísimo obsequio. Un camote extraído de un huerto familiar. A diferencia de otros su cáscara es sumamente delgada y su color púrpura no está sólo en la cáscara sino en todo el tubérculo. Su consistencia es pastosa y su sabor dulce sin ser empalagoso.
Fue una sorpresa maravillosa. ¡Una delicia con un solo ingrediente!
Después de lavarse muy bien, el camote se trocea y se pone, con todo y cáscara, a cocer al vapor hasta que esté suave. No requiere nada más, aunque también se puede cocer a la manera tradicional con un poco de agua, piloncillo (panocha) o azúcar.
Acompañado de un café negro o de un vaso de leche es un espléndido desayuno o cena.
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