Libros

Cuando la comida se saborea con los ojos

El menú de libros sobre cocina en la Feria Internacional de Libros de Guadalajara es un enorme banquete en el que se puede probar de todo

Juan Carlos Núñez Bustillos

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Fotografía: Juan Carlos Núñez Bustillos

A veces no hace falta masticar para disfrutar de la comida. El sabor llega también cuando se ingiere con los ojos un buen texto sobre gastronomía. Leer desde una simple receta hasta una investigación sobre la cocina es con frecuencia un sabroso platillo, especialmente si se acompaña con una buen café o un tequilita, con una guzguera o un rotundo postre. Y en estos días de la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara el menú de libros de cocina es de sibaritas.

Con la carta de libros culinarios que se encuentra en estos días en la FIL se podría conformar una inmensa y especializada biblioteca sobre gastronomía que difícilmente alguien podría leer.

Hay de todo. Abundan los recetarios. Se encuentran por ingrediente, por zona geográfica o por tipo de plato. Recetas de los indígenas tarahumaras del norte de México o de la lejana India. Libros especializados en chiles rellenos o en sofisticados postres, dirigidos a niños o chefs. Algunos explican cómo hacer un sándwich. Otros, en cambio, muestran sofisticadas técnicas que implican el uso de sopletes y termómetros.

Hay libros para tragones y para dietéticos. Para quienes quiere desean probar platillos exóticos o para quienes viven con diabetes y requieren saludables.

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Fotografía: Juan Carlos Núñez Bustillos

Diccionarios, enciclopedias e historias de cocineros. Enormes tratados de cientos de páginas como “Comida y cultura” de Antonio Garrido, editado por la Universidad de Córdoba, o flaquísimos pasquines con recetas fáciles. Libros como “El nuevo cocinero científico” o “El parrillero científico” que explican los procesos químicos o textos históricos. Hay libros muy baratos y otros, como los recetarios antiguos, que cuestan más de dos mil pesos. Textos divertidos y publicaciones snobs.

Los libros de bebidas abundan también. Del whisky al tequila. De las malteadas a los martinis.

Para quien come también con los ojos la FIL es un banquete del que se puede salir empachado, con muchos libros y con poco dinero.

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