Para quien no desea cocinar o no tiene tiempo para hacerlo, esta es una excelente alternativa para comer en casa o en el trabajo
Sergio René de Dios Corona
En los mercados populares abundan las comidas “para llevar”. Hay puestos que ofrecen delicias a escoger. En muchas ocasiones son platillos que son difíciles de hallar en restaurantes o supermercados. Además de que compiten en precio y sabrosura. Eso sí, hay que descubrirlos, probar lo que tienen y, en una de esas, volverse clientes.
Un ejemplo es el mercado popular de la colonia Santa Rosa de Lima, en la Ciudad de México. Un sencillo puesto lo atienden Martín Hernández y su esposa. Combina la venta de comida con la de verduras y frutos.
El lugar está colmado de aguacates, zanahorias, manojos de pápalo y cilantro, acelgas, calabacitas, nopales, tomates, limones, chayotes, cebollas, betabeles, rábanos, pepinos, champiñones, col, papas, jícamas, papayas. Todo fresco, de buena calidad.
A un lado, está la comida “para llevar”, es decir, que no está disponible para consumirse en el puesto. No hay mesas ni sillas, pero sí delicias colocadas en recipientes de cristal, hojas de aluminio, envases de plástico o cacerolas. Son pequeñas porciones listas para venderse durante el día, que se agotan rápido.
El menú en ese puesto, como sucede en otros similares de los mercados populares del país, es amplio: tortas de papa, tortas de coliflor, huasontle capeado, chiles rellenos de queso, quesadillas de champiñones, requesón, manitas de puerco, sopa fría de codito, arroz frito, papas con rajas o la negra rellena, más propia del centro del país.
En caso de apetecerse las ensaladas, las hay de nopales y la clásica fresca de lechuga, jitomate, cebolla y cilantro. Destaca el verde guacamole en su respectivo molcajete de piedra en forma de puerquito.
Si de postres se trata, el puesto ofrece la dulce ensalada de manzana, las ricas fresas con crema o las sabrosas rodajas de plátano macho frito.
Para quien no desea cocinar o no tiene tiempo para hacerlo y prefiere comer en su casa, el taller o en la oficina, una buena opción es buscar los alimentos en un mercado popular.
Sus cocineras y cocineros, regularmente desconocidos, son maestros y maestras de la gastronomía de barrio. Subsisten en esos pequeños espacios en que preparan platillos propios de la región o de la temporada.
Ahora que, también en los mercados populares, podemos encontrar otro tipo de puestos, los especializados en comida del día, sea a la carta o “comida corrida”, que incluyen el agua fresca, la sopa, el “plato fuerte” y el postre, a un precio regularmente módico. Ahí la variedad es amplia, desde los clásicos desayunos a base de huevos hasta carnes asadas.
Rastrear los puestos de los mercados populares es ubicar sus menús, saborearlos y sumarse a los adoptados por la excelente cocina, a la conversación y el disfrute. El sabio comensal le pone a su vida una pizca del buen sabor de la buena gastronomía mexicana.
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