Conocido también como nanche, este pequeño fruto amarillo tiene un sabor ligeramente dulce y un olor intenso
Sergio René de Dios
El nance o nanche es un fruto pequeño, amarillo, con una coloración tenue de naranja, redondo, del tamaño de una moneda de un peso. Su parte carnosa envuelve una diminuta semilla negra. Es ligeramente dulce, con un olor intenso. Maduro es sabroso, llega a tener un toque agridulce, aunque después empieza a pintarse de café y su aroma es desagradable conforme se empieza a pudrir. De ahí que es importante consumirlo cuando está ligeramente duro, con su coloración intensa, con pocos días desde que se cortó del árbol.
Se le encuentra en diversos estados de México, como Veracruz, y en Centroamérica y Sudamérica. En Michoacán suelen venderlo en la calle, en carretillas colmadas del fruto. O bien se ofrece en mercados o en puestos callejeros, en vasos desechables de plástico, como sucede en el Mercado Corona, de Guadalajara. Se le puede añadir chile en polvo, el llamado chile piquín, o bien al natural. Es una saludable golosina que ayuda a la digestión, por contener fibra, y a la que se le atribuyen una docena de propiedades medicinales.
Hay diversas formas de prepararlo. Una es elaborar agua de nance, para lo cual se le quita la pulpa. Sólo que debe consumirse pronto, porque tiende a rápidamente echarse a perder. De ahí que no sea común encontrar esta rica bebida. Otra es elaborar almíbar para añadirlo a los raspados, que son un hielo que se raspa de un bloque y se coloca en un vaso, para luego agregarle alguno de los más de medio centenar de jarabes a base de frutas y azúcar o piloncillo, entre ellos el de nanche.
Otra presentación es en dulces paletas de hielo. Tienen la ventaja de que se conserva el nance. En diversas paleterías de Guadalajara se puede conseguir. Entre el hielo aparecen pedacitos del fruto y algunas semillas negras. Posee un suave sabor, con poco aroma, que al paladar resulta agradable, aunque habrá que aclarar que no a todo mundo le atrae. Se venden en la temporada del fruto, que inicia en el segundo semestre de cada año. Probarlas es experimentar con nuevos y distintos sabores. Es remontarse a los pueblos y ranchos que valorar el aromático fruto.
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