Escucha el pregón de este pescador que cada madrugada, desde que tenía siete años, entra en su canoa al lago de Chapala
Juan Carlos Núñez Bustillos
José Alberto Sánchez Soledad comenzó a trabajar como pescador en Chapala a los siete años. A las 5:30 de la mañana entra a la laguna para salir tres horas después. Coloca los pescados en una carretilla y los ofrece con este pregón. De fondo se escuchan los gritos de un borracho que lo quiere imitar.
“No hay día malo”, afirma. “Siempre sale algo de la laguna, aunque sea para comer”. Cuando nos va muy bien vendemos 350 pesos al día. “Los peores días son los fines de semana porque la gente prefiere comer en los restaurantes”.
El pez más grande que ha sacado es un bagre que pesó 16 kilos. “Y una carpa que pesaba unos 50 kilos se nos fue por su inteligencia, se pegó al bordo de la red y cuando la quisimos sacar, brincó. Es que los pescados grandes ya están muy correteados y se hacen mañosos”.
José Alberto afirma que el pescado del lago de Chapala es bueno. “Es lo que comemos y aquí estamos. Además de las carpas, hay cuchillos, charal normal y charal cambray, que es más pequeño”.
– ¿Y pescado blanco?
– Todavía hay, aunque mucho menos que antes, se ha ido extinguiendo.
El pescador levanta la carretilla y sigue su camino con su pregón. El borracho se tambalea tras él imitando su grito.
Aquí puedes escuchar otro pregón. El de Pancho Villa, no el revolucionario sino el que vende agua de tuba en los tianguis de Guadalajara.
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