En el barrio de Santa Tere se encuentra este oasis en donde se puede elegir entre más de 40 sabores para disfrutar y amainar el calor
Elba Castro
Las tardes de mayo, con el sol a plomo del horario de “verano” en plena primavera, son suculenta invitación a “comer un raspado”, a morder o deshacer en la boca el hielo endulzado con el almíbar de alguna deliciosa fruta de temporada.
En primavera es cuando más se ven estos puestos de manofactura familiar. Algunos están abiertos todo el año, como el de “Ricos Raspados”, en Santa Tere. La preparación es sencilla, pero cuidadosa. La mayoría de los almíbares, de todas las frutas posibles, se elaboran en la estufa de la casa. Algunos en agua y otros en leche.
Estos jarabes, dispuestos en recipientes de plástico nos dejan ver la fruta de nuestra preferencia para imaginar y entonces pedir nuestra combinación, normalmente de dos sabores. Así, en un local pequeño, que quizás fue una habitación de la casa que daba a la calle, vemos a un integrante de la familia raspa la barra de hielo e inicia la plática amable sobre el solazo y el calor ardiente como para abrir más el antojo del hielo.
Aunque los jaliscienses tenemos la opción de amainar los efectos del sol con paletas de hielo (como las más famosas hechas en Mexticacán) o con nieve de garrafa o con helados convencionales o las recientes mangonadas o de plano con “bolis”, saben que comer un raspado es todo un acontecimiento.
Una vez que se tiene ubicado el puesto de preferencia, todos caseros o modestos, hasta los más famosos en el parque Morelos, el siguiente paso es hacer una lectura meticulosa de los sabores para escoger la combinación al gusto de la ocasión.
Dicen en “Ricos raspados” que los sabores más solicitados son coco y nuez, pero también se solicitan los de limón, arrayán, jamaica, vainilla, uva, grosella, guayaba, fresa, tamarindo, mango, piña, ciruela, guanábana y durazno… Además se piden de lechera, rompope, kalhúa, capuchino, café, tequila, elote, carambola, piña colada, cajeta, ciruela pasa, chicle, chocolate, chamoy, kiwi, zarzamora, membrillo, zapote, mango con chile, maracuyá, plátano, yaca, fresas con crema, papaya o frutas tropicales.
Siempre pasa. En cuanto uno salva el primer bocado que se complica al hacer un equilibrio para mezclar con una cuchara y un popote, el hielo y el jarabe de fruta sin que se caiga, entonces se ha dominado al raspado y se podrá degustar con una amena y ligera plática o quedar como extasiado mirando algún rincón de la tarde, refrescado en medio de la tarde calurosa.
Mientras a uno le preparan su raspado, van llegando en grupo los antojados compradores. Nadie pierde el interés de las combinaciones seleccionadas por los otros. Siempre existe la curiosidad para cambiar el antojo de sabores que nos llevó hasta el puesto.
Si tiene oportunidad de localizar un puesto de raspados, no deje de refrescarse y de paso, de conocer la creatividad en la preparación de sabores que saben hacer quienes viven de conocer nuestros gustos y los frutos de la temporada.
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Dirección: Pedro A. Buzeta #732, casi esquina con Jesús García. Santa Tere.
Horario: 11:00 a 21:00.
Especialidad: Coco y nuez.
Precios: Chico $17, Mediano $20, grande $25.
Fundado en: 1998
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