Los frutos de este frondoso árbol se suelen comer crudos, pero con ellos también se puede preparar el relleno para unos tacos dorados muy especiales
Ana Isabel González
Durante toda mi infancia y juventud tuvimos como vecino a un precioso árbol de guamúchil. Tenía una copa majestuosa, verde y frondosa y en el tronco se enredaba una bugambilia morada. A este árbol lo visitaban muchas aves, pericos, pájaros carpinteros y hasta una lechucita que silbaba todas las noches. Todos los años recogíamos los frutos que caían en el patio y la azotea para comerlos, así crudos, calientitos por el sol.
Alguna semilla perdida cayó en una maceta y de ahí salió un arbolito, que fue creciendo y era el perchero favorito de los colibríes que venían a comer a la casa. Cuando llovía o hacía viento, el árbol se balanceaba con fuerza, pero siempre como una presencia protectora sobre nuestra casa. Mucho tiempo la casa de los vecinos fue una escuela, y el árbol protegía a las aves arriba y a los niños que jugaban bajo su sombra.
Lamentablemente, hace algunos años los dueños decidieron cortarlo para dar más espacio a su estacionamiento. Sentí que murió un amigo, árbol de más de 50 años y más de 30 metros. En nuestro patio quedó su retoño, delgado y pequeño en comparación, que cada año nos regalaba con dos vainitas de guamúchiles. Este arbolito, ahora de casi 4 metros, ahora vive en la orilla del Lago de Chapala en donde espero que logre crecer tanto como su antepasado, y bajo el cual puedan jugar mis nietos y bisnietos sin que nadie lo corte.
Gracias a esta historia tengo una afinidad especial por este tipo de árboles, pero no fue sino hasta mi adolescencia cuando descubrí un platillo delicioso que mi abuelo nos trajo de una de sus salidas al campo, los tacos de guamúchil. Hasta ese momento yo solo había comido los frutos solos y la verdad es que es una receta poco común. Es una receta buena para la cuaresma. Se las comparto:
Se les quita la cáscara a los guamúchiles y se sacan las semillas. La carnita se pone en agua a que de unos hervores y se estila. Se vuelven a poner en agua con sal a que queden cocidos y suaves. Se prepara un recaudo de cebolla y jitomate picados y se agregan los guamúchiles, estilados a que se guisen juntos. Se apachurran con el prensador de frijoles a que queden bien desbaratados, se les pone fruta en vinagre picada al gusto. Se deja secar la mezcla y se hacen taquitos usando tortillas para freír y se pasan por aceite. Los tacos se bañan en salsa de jitomate al momento de servir y se adornan con col o lechuga picadas.
3 Comentarios
Alejandra
5 abril, 2018 at 4:57 pmMe rompió el corazón el saber que lo cortaron tanto año, tanta felicidad y que se acabe en un momento. Que barbaridad. Espero que tu árbol ves mejores tiempos. Saludos y que bonita historia.
Dalila Rodríguez
16 julio, 2019 at 9:16 pmQue linda historia, cuando algún recuerdo nos dibuja una sonrisa en el rostro, vale la pena preservarlo integrándolo de una manera u otra a nuestra vida actual. No tuve mucha suerte buscando recetas con esta fruta hasta que encontré esta página, mi interés personal es que el lugar donde vivo significa lugar de los guamúchiles, y necesitaba incorporar alguna receta a un libro de cocina que estoy terminando para mi mamá y que contiene todas sus recetas y otras más. Gracias por compartirla, voy a ver que tal me queda.
Juan Carlos Núñez Bustillos
6 agosto, 2019 at 2:43 pmMuchas gracias, Dalila. Esperamos que resulte sabrosa esta receta. Felicidades por recuperar las recetas de su mamá. Y a la orden por si quiere compartir con nuestros lectores alguna de ellas. Saludos cordiales.