La raíz de la flor del tigre es comestible cocida, asada o en salsas. Prácticamente ha dejado de consumirse en Guadalajara
Juan Carlos Núñez Bustillos
El cacomite es el bulbo de la planta trigidia pavonia conocida popularmente como flor del tigre u ocelotxóchitl, por su nombre en náhuatl. Se le conoce también como jahuiques. Esta raíz se come cocida o asada. La investigadora Maru Toledo señala que también se puede preparar “en salsa de tomate o colorada”.
Crece de forma silvestre. Su flor es muy vistosa y dura, cuando mucho, un par de días. Las hay de diversos colores como naranja, rojo y rosa. Es una planta cíclica que “hiberna” durante la temporada de “secas” que en esta región va de finales de noviembre a junio. Su raíz se conserva bajo tierra y la planta resurge cuando llegan las lluvias.
Esta raíz, “es bulbosa y casi de la figura del ajo; y se vende ya cocida, y su sabor es semejante al de algunos camotes o muy parecido al de la castaña. Puede emplearse en lugar de ésta, en los guisos o rellenos que se hacen con ella”, se lee en el “Nuevo cocinero americano en forma de diccionario”, editado en 1873.
En el libro Sabor que somos que decimos que lo cacomites “se parecen mucho a las cebollitas con que se acompañan las carnes asadas, pero su sabor es muy diferente. Son de consistencia más pastosa y un sabor más discreto y delicado. Los cacomites se venden asados y para disfrútalos basta con quitarles las primeras capas de piel quemada que los envuelve. No es fácil encontrar estas delicias y quienes los ofrecen no se establecen en un lugar preciso, sino que andan canasta en mano, literalmente, peregrinando”.
Mariano Michel Velasco dice en su libro “Las cocinas de Jalisco, I” que ya no hay quien venda los cacomites. “Quien ahora quiera probarlos tendrá que hacerlo de todo a todo […] desde buscarlos entre las piedras del cerro hasta el cocimiento; de una vez les digo, son mucha joda los cacomites, ¡pero bien que valen la pena!”.
Don Mariano nos recuerda que para su venta se presentaba en “pequeños manojitos atados con hebras de zacate; su apariencia es de pequeñas cebollitas oscuras, pues al cocerlos se ponen negros. Para fin de comerlos hay que quitarles la envoltura que recubre al bulbito; la fruta propiamente dicha, es blanca y muy apetitosa, con sabor parecido al camote del cerro”.
El cacomite se recolecta hacia el final de la temporada de “aguas”. En Guadalajara, los vendedores ambulantes los ofrecían durante las fiestas patrias, especialmente en la celebración del “Grito”, la noche del 15 de septiembre, y en la romería de la Virgen de Zapopan, el 12 de octubre.
En Guadalajara prácticamente ha desaparecido como alimento. En algunos municipios de Jalisco todavía es posible conseguirlos.
Mariano Michel recuerda aquel juego de palabras con que se divertían los niños de antaño:
“–Qué comites…
–¡Cacomites!
–¿Y por que no me di’tes?
–Porque no juites.
–Mañana voy.
–No te doy.
–Me enojo contigo.
–Te pico el ombligo.
–Me enojo más.
–Te lo pico más”.
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