Don José vende pan en su bicicleta. Sus clientes salen cuando escuchan los pregones que grita para avisar que ya llegó
Juan Carlos Núñez Bustillos
Don José Reyes Sánchez Silva llega cada mañana hasta una panadería cercana al panteón de Mezquitán, carga su canasto con un centenar de birotes, bolillos, teleras y bolas dulces. Monta en su bicicleta y pedalea más de diez kilómetros para llegar a varias colonias del poniente de la ciudad, en donde mucha gente lo reconoce por los pregones que grita en las calles. Anuncia que ya llegó el “señor del pan” con sus deliciosos productos.
“El bolillo pa’ los frijolillos y los molletillooooooos, uno que otro lonchecillo con cafecillo y chocolatillo”. “Amén uno para cada quien y otro para ti también”. “¿Cuántos? ¿Quién dijo yo?, pos yo, pos yo, pos yooooo. ¿si se oyó o no se oyó?”, son algunas de las frases que inventó para avisar que basta con salir de la casa para disfrutar de los saborosos panes tapatíos.
Don José Reyes cuenta contento que mucha gente lo conoce. “Yo tengo toda la vida en esto”, pero afirma que la venta de pan ha bajado. “Ahora vendo unas cien piezas cada día, pero antes llegaba a vender hasta cuatrocientas y a veces quinientas. Llegaba hasta el parque Metropolitano”, lamenta.
-¿Por qué?
“Es que se van cambiando los clientes a otros lados, ahorita ya no hay tantos, pero a los que quedan les sigo surtiendo”.
Dice que es un mito que los perros persigan a los panaderos que van en bicicleta. “Es raro que pase eso porque anda uno sereno, moreno. Lo peligroso son los ratas. Esos sí. Hay veces que andan en motos y en bicicletas. A mí ya me han caído, pero yo les digo que no le inventen porque de todos modos se los lleva la tiznada igual que a uno. Lo malo es que los cuicos protegen más a los ladrones que a la gente, desgraciadamente así estamos”.
A don José le gusta platicar con sus clientes. Hay algunos que revisan minuciosamente el canasto pues quieren elegir sus panes. Unos los prefieren más doraditos o “más costrudos”.
Don José monta en su bicicleta y vuelve a gritar: “El boliiilloooo pa’ los frijolillos o los molletillooos ¿Cuántos? ¿Quién dijo yo?, pos yo, pos yo, pos yooooo”.
Escucha su pregón:
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