Esta es la décima entrega de las Letras Humeantes de Elba Castro
Elba Castro
Un halago…
era eso el sorbo de café. A eso le supo…
Se quedó disfrutando de él, desenfocó su vida…
se perdió en la tibieza de su taza.
Las hojas sueltas de sus lecturas bajaron la guardia.
Todo se veía más claro, no tenía temor.
El vaporoso humo del café le abría paso al encanto
Y en la boca tenía una cosecha de savia.
Abrió más los ojos, sin mirar…
a su vida entraron imágenes de la tarde:
la prisa de un pájaro, ramas de flores
que asentían, negaban, suspiraban…
Se convenció de que no la seguían…
Se habían ido
las tumultuosas ideas
pendientes que
siempre, a la misma hora
la castigaban.
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