Primer plato

Los atados mágicos de mi abuela

En los rincones secretos de su cocina, las hierbas de olor eran, además de condimento, “espíritus buenos”

Beatriz Rosette Ramírez

Laurel, canela y romero. Foto: Juan Carlos Núñez

Conocer los rincones secretos de la cocina de mi abuela era como internarse en un mundo mágico. No era sólo el recinto donde nutría el estómago y el alma de sus hijos y nietos, sino que también era un espacio misterioso y esotérico por los rituales que ella hacía y de los que hablaba. El laboratorio de cocina era el corazón de la casa, algo así como el mayor chacra, del que salían todos los nutrientes, alimentos, consagraciones, protecciones, bendiciones, y muchas cosas más.

Mi abue era una mujer sencilla, sabia, respetuosa de sus creencias. Ella decía que la madre tierra, si bien nos provee de comida, también “nos bendice” con las plantas que nos da y que por eso habría que cuidarla

Romero. Foto: Juan Carlos Núñez.

Las hierbas de olor que utilizaba como condimento en algunos de sus deliciosos platillos, las empleaba también como aliadas energéticas, como espíritus buenos, decía. Era habitual que encontráramos entre sus pocillos, cazuelas y en los rincones de su alacena, pequeños atados de hierbas frescas e incluso secas para armonizar su cocina, casa, espíritu. ¡No lo sé! Eso la hacía distinta

Por ejemplo, el ROMERO lo usaba para darle gran sabor a los champiñones, carnes rojas y blancas; además de aprovecharlo como infusión para el alivio de vías respiratorias. Dedicaba un atado de esta aromática yerba para, además, atraer la suerte, salud, amor y protección emocional.

La SALVIA, por su delicioso aroma y delicado sabor alimonado, solía usarla tanto fresca como seca para acompañar carnes grasas, como pato, cordero o el cerdo, además de quesos y pescados. En aceite para utilizarla como aderezo y aromatizar ensaladas. Los atados de esta yerba santa los aplicaba para la limpieza, protección y purificación. 

Canela. Foto: JCN

La CANELA era un ingrediente muy utilizado por mi Abue; desde las tortas de coliflor, hasta una pizca en la deliciosa birria; así como en casi todos los postres, sin pasar por alto su exquisito arroz con leche. Los mágicos atados de esta corteza los destinaba al amor, éxito, purificación y protección.

El LAUREL un condimento preferido de su cocina, con ese toque aromático sutil, era fundamental en sus guisos, estofados, salsas, escabeches, y adobos. Muy medicinal en vías respiratorias, decía. Las pequeñas hojas eran atadas con un listón rojo y las definía como las guías de la sabiduría, curación y purificación.

El ENEBRO, de uso casi exclusivo en salsas, dulces y carnes, y de amplio espectro medicinal digestivo y respiratorio era una de sus yerbas favoritas. No obstante, este atado, por alguna razón que desconozco lo hacía en color amarillo, y lo orientaba a la protección contra demonios fuertes y poderes malignos. Este cúmulo de ramitas frescas se encontraba a la entrada de su casa.

Los rituales mágicos de mi abuela, con sus yerbas de olor, iban más allá de un condimento. Desde niña me llevó en una amorosa inducción a conocer, saborear y disfrutar de un mundo mágico de comida, bendiciones y algo más.

 

 

 

 

 

 

 

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