La maestra Cristina Romo contaba esta historia que vivió en un tianguis y que muestra los múltiples significados de las palabras
Elba Castro
Dice la poeta Carmen Villoro que las palabras tienen un hueso duro en el fondo: “Se escucha entonces su pequeño cuerpo que estalla como el trigo…”. Eso significa que las palabras tienen una experiencia colectiva que las germina en la boca de cada uno de los habitantes que la conocen.
En estas tierras mexicanas sabemos que los capulines son árboles y los frutos que se producen en este calor. Cristina Romo, una maestra de la universidad, cuya afición era recolectar todo tipo de anécdotas donde el lenguaje y sus ricos significados protagonizaban las pequeñas historias, un día nos contó algo que escuchó en uno de los múltiples y tradicionales tianguis, donde los vendedores muchas veces son pequeños productores que mucho saben del campo y sus frutos.
Una señora muy urbana se acercó a un puesto de frutos que no conocía y curiosa preguntó al vendedor:
– Oiga, ¿qué son esas bolitas?
– Ah, son capulines negros.
– ¿y por qué están rojos?
– Porque están verdes.
Homenaje a Cristina Romo, mi maestra que me enseñó a caminar con las palabras. A partir de una conversación que ella guardó y nos la mostró como método de la vida que alimenta.
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