Con solamente dos ingredientes se puede preparar este sabroso, saludable y colorido postre
Juan Carlos Núñez Bustillos
Paloma, una amiga y compañera de trabajo, nos regaló a varios de sus colegas frutos rojos. En un día de agobiante calor nos compartió cajitas transparentes repletas de fresquísimas zarzamoras, moras azules y frambuesas. Después de la reunión de dos horas cada uno de los participantes salimos felices con nuestro regalo.
Yo elegí moras azules (blue berry). Un par de horas después ya las estaba disfrutando. Ese día me había llevado de postre un mango petacón y se me ocurrió combinarlo con las moras.
Pensé en otros ingredientes que se podrían sumar. Solos o combinados. Tal vez uns hojas de menta fresca picadas, un chorrito de leche consensada o incluso un toque de rompope, de ron o de brandy. Algunas almendras tostadas o un puñito de cacahuates garapiñados. Por supuesto, zarzamoras y frambuesas.
Pero en la oficina no tenía nada de eso así que solamente partí el mango al ras del hueso para obtener sus dos “cachetes”. Con una cuchara saqué cuidadosamente la pulpa y luego la partí en pequeños cubos que mezclé con las moras. Y los volví a poner en la cáscara que sirvió de recipiente.
El resultado fue buenísimo. Para empezar, era una fiesta de color. El amarillo y el morado contrastaban de tal manera que era una delicia admirar el plato. Las frutas estaban en su punto, bien maduras y al mismo tiempo firmes. La combinación del dulzor del mango con el delicado sabor de las moritas con su toquecito ácido resultó en un sabor memorable.
No le hizo falta ningún otro ingrediente, así de sencillo puede disfrutar de un gran postre gracias a la generosidad de mi amiga Paloma.
De cualquier manera, experimentaré próximamente esta misma receta añadiendo algunas cosas más. Ya les contaré. Eso sí, tendré que ir a conseguir otra cajita de moras porque aquellas volaron.
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