Recetario

Ponche de frutas, un brebaje ancestral

La elaboración de esta tradicional bebida en las fechas navideñas es un ritual para muchas familias

Beatriz Rosette Ramírez

Ponche. Foto: Juan Carlos Núñez B.

La llegada de diciembre instala abiertamente el otoño y los silfos susurran en los árboles llamando a los frentes fríos. Con ello bien se antoja retomar los clásicos ponches de las abuelas.

Aunque esta bebida tradicional no nació en México, es propicio mencionar que sí ha tomado y formado una personalidad propia de nuestro territorio. Su origen está en la India, se trata de una mezcla de frutas cuyo nombre era pãč que significa cinco, por el número de ingredientes (alcohol, agua, azúcar limón y té).[i]

Ponche. Foto: Marisa Núñez B.

Tiempo después el pãč llegó a Inglaterra donde adquirió gran popularidad y se expandió por toda Europa. Los ingleses adaptaron el nombre a punch, que en el idioma español se convirtió en ponche.[ii]

Los expertos señalan que el ponche llegó a México con los conquistadores españoles y formó parte de la fusión gastronómica europea-indígena. Con los aportes de nuestra cultura fue tomando identidad a partir de nuestra crianza y formación.

De lo que, sí puedo dar cuenta, es de que mis matriarcas no requerían de datos tan específicos para la elaboración del ponche de frutas. El arribo de los intensos fríos, muy particularmente en la temporada de posadas, “amerita beber este elixir de frutas que reanima el organismo”, decían ellas.

El ritual

La preparación de este brebaje se extiende a un ritual familiar; sale de los muros de la cocina y se extiende a una casa iluminada y decorada con motivos navideños, incluyendo el legendario nacimiento del niño Dios, con toda la mitología que conlleva.

Cañas para el ponche. Foto: JCN

Es claro que en nuestra identidad culinaria y cultura el ponche no se limita a cinco ingredientes, ya que la variedad de nuestra gastronomía es abundante y exquisita.

El ceremonial de mis hermosas mujeres da inicio desde muy temprano para acudir al mercado Felipe Ángeles. Al fondo de la canasta comienzan a llegar canela, tejocotes, tamarindo, jamaica, piloncillo, caña de azúcar, guayabas, manzanas, peras, naranjas y frutas secas; de paso llegamos a la licorería por un buen aguardiente (tequila o ron).

Como complemento de esta liturgia familiar, la puerta de la casa ya está ataviada con una corona de adviento, que la abuela trajo desde la Ciudad de México. La elaboró con sus manos, entre creatividad, oraciones, parabienes y un gran amor para los suyos.

La olla, o esta vez, la vaporera más grande de los enseres de doña Anita (mamá) ya espera en la vieja estufa de la casa, con ocho litros agua.

Tejocotes listos para el ponche. Foto: JCN

Las cálidas manos de la abuela añaden una buena porción de piloncillo y canela. Ella misma abre el fogón para darle una hora de ebullición. Las matriarcas consideran que es el tiempo suficiente para que se diluya la panocha, y suelte sabor y color la aromática canela.

En una atmosfera familiar donde coinciden las mujeres, ya se cortan y lavan los tejocotes que se van agregando a la olla; son los que más tardan en cocerse.

En este ambiente femenino de apapachos y algarabía, se da cita la filosofía ancestral de las mujeres sabias de la familia; en tanto se escucha la voz de las matriarcas, las manos no dejan de picar las guayabas y las manzanas.

Se lavan con delicadeza las ciruelas pasas, se pelan y cortan las cañas en trozos pequeños. También hay que pelar las vainas de tamarindos y agregar las flores de Jamaica. Esta producción artesanal se ha ido colocando en una bandeja, que en breve estará lista para acompañar el hervor de la olla.

Las guayabas. Foto: JCN

Después de casi hora y media, a fuego medio, la pasión de la llama devela la magia, la alquimia de los frutos, la canela y el piloncillo sale convertida en vapores exquisitos. El recinto de la cocina se llena de un olor dulce, que evoca todos los recuerdos de infancia e impregna toda la casa.

Ya llegó diciembre, las posadas y la Navidad están a la vuelta de la esquina. Como cada año, las mujeres han gozado nuevamente el ritual familiar, en el que la interacción verbal y emocional del divino femenino se ha conjugado para la preparación del ponche de frutas, con o sin piquete, como lo hacían las abuelas…

Referencias:

[i] https://www.infobae.com/america/mexico/2021/12/11/la-fascinante-historia-de-como-llego-el-ponche-a-tierras-mexicanas/

[ii] Idem.

También te podría interesar

No hay comentarios

    Deja una respuesta

    Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.