Recetario

Una ensalada de berros con sabor a oriente

Esta planta ocupa un lugar secundario en las mesas tapatías. Esta receta de Diana Kennedy la convierte en una invitada especial

Juan Carlos Núñez Bustillos

Ensalada oriental de berros. Foto: JCN

Los berros deberían merecer un lugar más protagónico en nuestras mesas. En días pasados consulté a algunos amigos y familiares sobre el consumo de esta verdura. Me sorprendieron las respuestas que mayoritariamente eran del tipo: “Ah sí, creo que lo he probado”, “¿Berros? ¿Qué es eso?”, “Uh, sí, son buenos, pero ya ni me acordaba”.

Los berros son baratos. Foto: JCN

Los berros (nasturtium officinale) son originarios de Europa y Asia. En el libro “El sabor de las palabras”, Anina Jimeno Jaén, dice: “Nosotros lo llamamos berro, palabra tomada del término celta beruron, y los franceses lo llaman cresson, apoyados en el latín crescere: crecer. Una de las mayores virtudes, aunque no culinaria, de los berros es que hacen crecer el pelo […] Eso de curar la calvicie ya se lo creían los romanos en sus tiempos y la creencia ha pasado a través de los siglos hasta nuestros días; valga la ilusión que de ella también vive el hombre, aunque siga habiendo calvos”.

Diversas fuentes coinciden en que se trata de una planta muy nutritiva con buenas dosis de vitaminas A, C y E. Se recomienda para aumentar el apetito y como un buen digestivo. Sin embargo, la “Gran Enciclopedia de las plantas medicinales, aromáticas y culinarias” advierte que hay que ser moderados en el consumo, pues de lo contrario “se corre el riesgo de provocar irritaciones en las mucosas intestinales o en las de la vejiga”.

Los berros suelen ser muy baratos. Un buen manojo se puede conseguir en un mercado o tianguis por menos de 20 pesos. Es sumamente importante desinfectarlos muy bien pues crecen cerca de arroyos y cuerpos de agua que, sabemos, no están muy limpios en estas regiones que habitamos.

Recientemente preparé esta “Ensalada oriental de berro” que encontré en el libro “Recetas para el alma”, de Diana Kennedy, que próximamente reseñaré.

En el libro, cuenta que ella, a su vez, obtuvo la receta de un joven coreano que tenía un puesto de verduras en Nueva York.

Aquí, la versión resumida de la receta: Desinfectar berros y cilantro. Aparte, mezclar media cucharadita de jengibre fresco picado finamente con tres cebollitas, también picadas. Añadir aceite de ajonjolí, vinagre de arroz (como yo no tenía, le puse vinagre de manzana) y salsa de soya. Batir. Añadir a las verduras y mezclar todo. Completar con semillas de ajonjolí ligeramente tostadas. El resultado fue muy satisfactorio.

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