Con semillas de maíz, cacahuate y calabaza que se tuestan y se endulzan se elabora este tradicional antojo
Juan Carlos Núñez Bustillos
San Martín de las Flores, Tlaquepaque, es un pueblo indígena en el que todavía se prepara con frecuencia el ponteduro, una golosina que tiene como base tres de las semillas más emblemáticas de Mesoamérica: maíz, calabaza y cacahuate.
Rebeca Rivera Ibarra aprendió a elaborarlo en casa y sus hijos ya siguen el camino. “Mi abuelita lo hacía y a ella la enseñó su mamá. Quién sabe desde cuándo la familia hace el ponteduro”.
Junto con su familia, ella recorre fiestas religiosas y tradicionales para ofrecer este dulce y nutritivo antojo que antes era muy popular y se encontraba con mucha facilidad en fiestas patronales. En esta ocasión la encontramos en los alrededores del Santuario de Guadalupe en las celebraciones decembrinas. Además del ponteduro ofrecía pinole, guayabas, morelianas y semillas de calabaza.
En el libro “Cocinar en Jalisco”, Juan Pablo Rosell y Elba Castro afirman: “Esta golosina se ve cada vez menos en las ferias y fiestas zapopanas. Es una receta que debe rescatarse y hacerse más a menudo, porque se trata de una combinación de semillas balanceada, nutritiva y sabrosa”.
Ahora cuesta más trabajo hallarlo, pero algunas familias como la Rivera mantienen viva esta tradición. El Viacrucis de San Martín de las Flores, en la “llevada” de la Virgen de Zapopan, el 12 de octubre y en la fiesta de la Virgen de Guadalupe, el 12 de diciembre con un poco de suerte aún es posible disfrutarlo.
La receta parece muy sencilla, pero no lo es tanto. Se doran las semillas y se endulzan con piloncillo. El secreto es encontrar el punto para que la preparación no se apelmace. Hay dos tipos de ponteduro uno donde las semillas quedan “sueltas” y otra donde se aglutinan para formar una especie de muégano.
Esta es la receta que proponen Rosell y Castro:
Tostar en el comal 400 gramos de cacahuates pelados, 200 gramos de semillas de calabaza peladas y 600 gramos de granos de maíz. En un cazo de cobre fundir 1 kilo de piloncillo desmenuzado en 3 cucharadas de agua; mezclar con las semillas tostadas, revolver todo perfectamente y formar bolitas como de tres centímetros de diámetro, que se ponen a secar sobre papel encerado. Rinde unas 75 golosinas.
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