Esta cremosa fruta se disfruta usualmente a cucharadas, en helados o en licuados. Encontrarla en forma de sopa es un inesperado regalo al paladar
Sergio René de Dios Corona / Ciudad de México
Desde su color, un rosita con naranja, se identifica que el platillo está elaborado con mamey. Ahí, en la sopa, el dulce fruto pasó de sólido a líquido. Fresco y delicioso. En vez de consumirlo directamente con una cuchara y quitarle una tajada o de disfrutarlo con leche en un licuado, ahora es una entrada verdaderamente sabrosa.
El mamey o zapote mamey se consume abundantemente en la Ciudad de México. Como en otros lugares también se encuentra transformado en nieve o gelatina. Incluso como paleta, de esas que cuando comienzan a escurrir hay que impedirlo de inmediato a lengüetazos.
La cocina vegetariana que ofrecen muchos restaurantes es, además de nutritiva y barata, un ejemplo de la creatividad y buena sazón. Es el caso de la sopa fría de mamey, una dulce posibilidad gastronómica.
Hay que aclarar que son escasos los restaurantes que ofrecen ese platillo. Uno es el restaurante y comedor vegetariano de la calle Motolinía 31, en el centro histórico de la Ciudad de México. En ese corredor, cercano al Zócalo, la variedad de deliciosos platillos es enorme. Tiene servicio a la carta y también, bufet.
En el segundo piso del viejo edificio se halla el restaurante. Si corres con suerte, podrás sentarte en el balcón. Y si tu suerte es mucho mayor, en la carta de ese día aparecerá una sopa fría de mamey. Una exquisitez que te agradecerán el cuerpo y el paladar.
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