En el Estado de México se ofrece esta especial versión del tamal sin masa. Va relleno de carnitas
El cronista / Chalco
La marimba toca “Solamente una vez”, de Agustín Lara. El mesero sirve el tamal solicitado, una rareza de platillo que se vende en el Estado de México. Se trata de un tamal de nopal. Y, además, sin masa.
Ahora se escucha “La Sandunga”; traída desde Oaxaca hasta el restaurante Espartacos, en el municipio de El Chalco, suena alegre, danzarina.
El tamal tiene nopales en tiras que envuelven trozos de carnitas. La baba de los nopales ablanda las carnitas, que adquieren rica suavidad en el paladar. De los tamales tradicionales el platillo sólo tiene las hojas de maíz, atadas las puntas con hilaza. Son tamales atados, distintos a los doblados.
Uno de los músicos pasa por las mesas raspando el güiro, para pedir “hay lo que sea su voluntad”. Cae en su alcancía musical de madera una moneda de 20 pesos.
El tamal de nopal huele a carnitas, claro. Las pencas son una buena fibra para que la carne de cerdo se saboree, sin residuos de culpa alguna. Cocido al vapor, al tamal podría se le podría añadir cualquier carne. Con trozos de pollo, por ejemplo.
El marimbero mayor pregunta si se desea alguna pieza. “No, gracias. Mejor un café para acabarme el tamal de nopal“.
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