Esta película es una ventana al estilo de vida de los turcos en los años 60 que nos permite hacer un viaje al universo gastronómico
Patricia Bañuelos
“A veces debemos usar una especia rara para conseguir algo diferente. El comino es muy fuerte, hace que la gente se cierre. La canela hace que las personas se miren a los ojos. Si quieres decir “sí”, usa canela”. Abuelo Vassilis
Fanis Iakovidis (George Corraface) es profesor de astrofísica en Grecia. De su infancia en Estambul tiene bellos recuerdos con su abuelo Vassilis (Tassos Bandis), con quien pasaba los días en su tienda de especias aprendiendo sobre su filosofía culinaria aplicada a la vida y al universo.
Fanis salió deportado de Estambul junto con sus padres cuando tenía siete años, desde entonces no ha vuelto a ver a su abuelo. Cuando está a punto de reencontrase con él, su abuelo cae gravemente enfermo.
Un toque de canela (A Touch of Spice) es una ventana al estilo de vida de los turcos en los años sesenta, algo que no le va a sorprender, ya que en esa cocina circulaban madres, tías, hermanas y las futuras nueras que debían superar la prueba de fuego para ser aceptadas en la familia. Algo muy parecido a lo que alguna vez vio en casa de su madre o abuela seguramente. No por nada la llaman la versión mediterránea de “Como agua para chocolate”.
La película me llevó a sonreír, y sonreír, y sonreír cada que el tío Amilios (Stelios Mainas) llegaba de sus viajes por el mundo con un artefacto culinario traído de tierras lejanas. Una novedosa olla de presión o una reluciente licuadora. Yo puedo brincar de gusto por tan divino regalo, todavía en mis tiempos, que no son tan lejanos como piensa, las mamás alucinaban con regalos así. Ahora con eso de que son ofensivos y denigran a la mujer al relegarla a la cocina pues ya sabrá a qué se atiene si llega con algo así a su novia, pero por mí no se detenga, me sentiré halagada con cualquier artefacto de este tipo.
Lo que por fortuna se ha salvado en el siglo XXI es esa restricción de los hombres en la cocina desde temprana edad, de hecho casi podría asegurar que actualmente a los niños les llama más la cocina que a las niñas. Sin preocuparme puedo dejar al menor de mis críos a cargo de la cocina (cosa que le encanta), porque a la hermana mayor se le puede fundir el vaso de la sopa maruchan en el microondas, cosa que la tiene muy sin pendiente.
Tassos Boulmetis hizo una delicia de película, tal vez nada fuera de lo común o muy innovadora que digamos, tampoco se generó mucho escándalo a su alrededor. Cuando entré al mundo gastronómico del cine me sentí obligada a verla y me encantó. Maneja sutilmente varios temas complicados, tiene sus implicaciones políticas y psicológicas, pero la magia de la filosofía del abuelo me cegó a todo lo demás y quedé conmovida en varias ocasiones.
El universo está formado por los condimentos básicos, así como el sabor fuerte de la pimienta representa al astro rey, la canela representa nada más y nada menos que a Venus.
“Como todas las mujeres, la canela es dulce y amarga”
Abuelo Vassilis
Una letra separa a la gastronomía de la astronomía, si seguimos todas las raíces griegas del significado de la vida, podemos comprobar que la vida existe gracias a lo que comemos. Las esencias y los condimentos pueden representar un lugar en el planeta, pueden ser ese recuerdo de un viaje fantástico o de un momento que nos ha marcado para siempre. La sal está presente en la comida y en la vida, porque la sal es necesaria para hacerlas más sabrosas.
Cuando lo mejor de nosotros se destila en los alimentos que preparamos y los condimentos adecuados se involucran en el proceso, podemos traer la luna, las estrellas y todos los planetas a la mesa que compartimos con los seres que amamos. Cuando se nos olvida condimentar la vida, no nos queda más remedio que mirar a los astros desde lejos.
Un toque de canela nos permite hacer un viaje al universo gastronómico, desde las entradas hasta el digestivo pasando por el plato fuerte; salseando las conversaciones e incluso vomitando los pesares. La vida es una comida de tres tiempos, con la dulzura del postre llega siempre el fin de la celebración; es importante que nos preocupemos por condimentar nuestra vida con viajes, con miradas, con bellos momentos, con familia, con amor y hasta con un poco de desamor. Todo, lo que sea, antes de terminar con una vida sin sal.
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