Primer plato

De la dieta callejera; papas, elotes y chayotes

En bicicletas acondicionadas se ofrecen estos sencillos, sabrosos y nutritivos alimentos. Cualquier hora es buena para disfrutarlos

Sergio René de Dios Corona

Papas, elotes y chayotes. Foto: SRD

Los elotes, las papas y los chayotes son parte de una buena dieta callejera. Se les halla disponibles en plazas, avenidas o como una opción agradable, barata y nutritiva de alimentos naturales. Fáciles de preparar, de aroma discreto, integran esa larga lista de comida ambulante tan apetecida en México, sobre todo en regiones como el occidente y centro.

Una es un tubérculo, otra es la mazorca del maíz y la tercera es una hortaliza. Entre sus características en común está que se pueden servir por separado o combinadas.

Venta de elotes cocidos. Foto: JC Núñez.

Los granos de elote se ofrecen en un plato o vaso con limón, sal y algún chile en polvo. O bien con crema y queso, que igualmente son los aderezos de un chayote.

Las papas se cortan en pequeños trozos a los que se agregan, también, su brizna de sal, jugo de un limón y alguna de las múltiples variedades de chile molido o líquido. Recomendable el de Yahualica, de Jalisco.

Los tres platillos se preparan sin tanta elaboración. Basta hervirlos en agua con un poco de sal. Y ya están listos. Así se pueden consumir, sin ningún ingrediente extra, con s

u sabor primario o natural.

Lo que se añada es para darle otro sabor a las distintas texturas y ligeras sensaciones que los diferencian. Una de sus propiedades es que son frescos y jugosos, en especial los chayotes. De fácil digestión, dan la percepción de que son más agua que un alimento sólido.

Chayotes crudos. Foto: Ricardo Ramírez

En bicicletas acondicionadas con una caja, en la que se coloca una tina con los elotes, chayotes y papas, los comerciantes ofrecen las tres piezas propias de los gourmets ambulantes.

El cliente echa ojo y selecciona la pieza, al tanteo, para luego observar cómo se transforma en la comida o el antojo del día. Cualquier hora es buena para saborearlos, sin prisas, mientras se camina por la calle, en la banca de un parque o plaza, o incluso en la oficina. El estómago lo agradece.

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