Primer plato

Tostadas para soportar el calor y sortear a los doctores

Son una opción muy fresca y con posibilidades para quienes sufrimos restricciones de médicos y nutriólogas

Juan Carlos Núñez Bustillos

Tostadas para cenar. Foto: JCN

El otro día invitamos a cenar a algunos amigos. Para elegir el menú había que considerar dos importantes factores. Uno, el infernal calorón que nos achicharra en esta época. Dos, que ya algunos de nosotros estamos en edad de merecer continuas citas al médico con las consiguientes prohibiciones gastronómicas. La lista de medicamentos está en vías de superar a la de alimentos permitidos.

Ninguno de los dos factores impidió que disfrutáramos de una deliciosa cena. Nos decidimos por las tostadas que son una noble y versátil opción. Esta decisión nos permitió, por un lado, brindar una cena muy fresca y, por el otro, ofrecer alternativas para que cada quien eligiera los ingredientes según sus gustos, prohibiciones médicas y cuidado de la figura.

Tostadas de maíz. Foto: JCN

En este caso no hay grandes recetas que revelar, pero sí algunos consejos que pueden ayudar. El primerísimo de todos es la consigna de Don Rafael del Barco: El éxito de una buena comida está en la calidad de los ingredientes. Una simple tortilla con salsa puede ser una delicia o una decepción.

Así que fuimos a Santa Tere a comprar unas buenas tostadas. Las hay de varios tamaños. Elegimos unas medianas para que hubiera la opción de probar diversos ingredientes. En el mismo barrio compramos cueritos y patitas de cerdo en vinagre. Fuimos al mercado por una panela medio oreada, queso Cotija y crema “de la buena”.

Además, nos llevamos nopales, cebollas, jitomates, chiles serranos, cilantro, lechuga y aguacate.

En la casa había frijoles de la olla. Tomé algunos de ellos y los machaqué para hacerlos “aguaditos” y que pudieran ser embarrados en las tostadas. Elba coció los nopales a los que añadió cilantro y rebanadas de jitomate y cebolla. Los servimos en un traste de Tlaquepaque, algo ya despostillado porque mi abuela lo compró en los años 50 del siglo pasado.

Picamos la lechuga y otra parte de la cebolla y el jitomate.

Tostada de panela. Foto: JCN

Preparé, bajo las instrucciones de Elba, una “salsa dulce”. Para ello cocí cinco jitomates. Los licué con muy poquita agua y un chorrito de vinagre blanco. Sazoné con sal y orégano seco.

Preparamos también un guacamole y dispusimos los chiles jalapeños y rebanadas de chile serrano. Rebanamos la panela y desmoronamos el queso Cotija.

Ya con los invitados sentados alrededor de la mesa recordé que tenía también una deliciosa salsa de chile de árbol que había comprado en Tortas Degollado. Olvidé, en cambio, llevar la crema.

De manera que la cena fue fresca y había suficientes opciones para los restringidos gastronómicos, entre los que ocupo ahora los primeros lugares en las listas.

La comida estuvo muy rica, pero lo más sabroso de todo fue el reencuentro con gente querida y la plática que se prolongó hasta la madrugada.

 

 

También te podría interesar

No hay comentarios

    Deja una respuesta

    Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.