Ajonjolí, cacahuates, chiles y aceite de oliva son los ingredientes de esta salsa especial
Beatriz Rosette Ramírez
Las posadas son el encuentro con los lazos familiares cobijos y afectos, pero también es el preámbulo perfecto para degustar las virtudes culinarias de las tías De Dios, hermanas de mi papá”. Con esa descripción engloba las fiestas decembrinas mi hija Paula, al tiempo que me pregunta por el nombre de una deliciosa combinación de ajonjolí, cacahuates, chiles y aceite de oliva.
Tuve que contestarle con franqueza que desconocía sobre el tema.
Pasados unos días me comentó que ya había hecho contacto con la tía Martha y se disponía a llevar los ingredientes para elaborar esa salsa que le había encantado y que fundía ese sabor de encuentro familiar que se escapaba de cualquier otro tipo de salsa; incluso del chile martajado de la abuela Anita.
Con harta curiosidad de mi parte, inspeccioné la vasta canasta que ya tenía preparada Paula y conocí la receta de la tía Martha: medio litro de aceite de oliva, cinco chiles nopaleros, medio cuarto de chiles de árbol, ocho ajos grandes, un cuarto de cacahuates pelados y un cuarto de ajonjolí.
Con mucho entusiasmo la vi partir. Sabía que la entrevista en casa de la familia le iba a resultar todo un agasajo de cariño y aprendizaje en las artes de la cocina que tía Martha derrocha y está siempre abierta a compartir.
Horas más tarde, a su regreso, me muestra un frasco de cristal del que se desprende un olor realmente exquisito de una mezcla roja y aceitosa. Me narra que fue sencillísima la preparación. La atmosfera era perfecta en casa con la abuela, las primas, los sobrinos, la mesa del comedor como laboratorio de las viandas. Con toda tranquilidad escucho la historia de la voz de mi hija, y me imagino las manos en acción de las mujeres que describe Pau.
La reseña es muy precisa. Entre la charla de los últimos acontecimientos familiares colocamos el aceite en un sartén caliente para dorar primero los ajos por unos minutos, para que den su saabor. Después agregamos los chiles nopaleros, los cacahuates, los chiles de árbol y, por último, el ajonjolí, en el mismo sartén con el aceite, para dorarlos.
Entre bromas y chistes dejamos enfriar todo por completo; posteriormente se vierte todo en la licuadora. Primero los cacahuates y, sin apagar la licuadora, se va agregando lo demás. Ojo: el ajonjolí se muele un poco y el resto se revuelve al chile ya hecho.
Luego vertimos la salsa en un refractario. No sé cómo se llame esta salsa, solo sé que es deliciosa, que es distinta a cualquier salsa tradicional, que la combinación del cacahuate con el ajonjoli le da un toque muy especial y que tiene un sabor distinto: sabe a familia…
2 Comentarios
julia
13 enero, 2018 at 2:59 pmYo la conozco como salsa macha, pero en este caso seria con cacahate y ajonjoli. 🙂 efectivamente es deliciosa, yo la preparo de 4 chiles, arbol, cascabel, pasilla y ancho. sin cacahute solo con ajonjoli tostado
Juan Carlos Núñez Bustillos
15 enero, 2018 at 2:16 pmHola, Julia. Muchas gracias por escribirnos y por compartir esta variante que suena deliciosa. Me imagino que la combinación de los cuatro chiles dará un sabor asombroso. Saludos cordiales