“La infidelidad tiene un sabor amargo para quien la recibe y picante para quien la comete”
Patricia Bañuelos
No hay cielo por el que valga la pena el ayuno. El pan es la gloria y el consuelo de los afligidos. La carne, sin duda, el paraíso para los pecadores.
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Cuando no tenga a la mano té y madalenas para curar el síndrome de la hoja en blanco, intente con agua de horchata y sopa de letras en la fondita de la esquina. Si se anima por la comida corrida, le incluye además, una jericalla.
Si usted tiene estómago fundamentalista, evite viajar. Aquellos que padecen de regionalismo gastronómico, desarrollan intolerancia a las maravillas de la culinaria internacional.
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La Bruja Blanca del bosque es una extraordinaria cocinera, sus platillos son una delicia, además, de que no tiene inconveniente en compartirlos con los aldeanos. Por desgracia la hechicera sufre de trastorno maniaco-depresivo. Su bipolaridad representa dos problemas. El primero: en el mismo caldero prepara guisos y pócimas. El segundo: las ancas de rana y el pollo saben igual.
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La infidelidad tiene un sabor amargo para quien la recibe y picante para quien la comete. Se recomienda casarse con alguien que no le guste el chile. Si es alérgico y la capsaicina le produce paro cardio-respiratorio, mejor.
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