En Veracruz los llaman huevos tirados y se acompañan con chile y plátanos fritos o un pedazo de chorizo o longaniza
Sergio René de Dios Corona
Los huevos de gallina se preparan en la cocina mexicana de numerosas formas: revueltos, secos o en un caldo de salsa; a la mexicana (con cebolla, jitomate, cilantro y chile verde finamente picados); pochos (se sumergen en agua caliente y luego se les quita el cascarón), a la albañil (con salsa licuada de jitomate, cebolla, chile de árbol y ajo); estrellados (se guisan en aceite o manteca), montados (se colocan en una tortilla), divorciados (dos huevos separados y bañados con una salsa distinta, generalmente verde o roja) y decenas y decenas más de formas de prepararlos. Son tantas las presentaciones como la creatividad de quien los cocina.
Pero hay una manera original que se usa en la cocina tradicional mexicana, que consiste en preparar una especie de omelet que envuelve frijoles, de preferencia negros y fritos, aunque pueden ser otras variedades. Lo importante es que el comensal diga con qué lo quiere acompañar o le ofrece alternativas el cocinero.
Como se sigue haciendo en cualquier cocina, los huevos de gallina se abren con unos golpecitos en el cascarón que se le propinan en el pretil o cualquier lugar duro, hasta abrir el producto. Luego se escurre el huevo en un sartén o cacerola con aceite o manteca, que era lo común, ya calientes. Se puede freír primero cebolla picada y chile.
Enseguida se colocan los frijoles ya cocidos, que se envuelven o se revuelven con el huevo y un poco de sal. Se puede o no machacar todo. Es una combinación poco usual que reúne dos alimentos básicos de la dieta mexicana y que se mantiene todavía en hogares mexicanos.
Lo que sigue surge de las innovaciones y el gusto. Al colocarse en el plato se pueden añadir rebanadas de aguacate, un pedazo de queso panela, alguna salsa picosa, quizá rebanadas de cebolla guisada, algún chile llamado güero por lo amarillo que también se guisa en aceite o rodajas de jitomate y lechuga picada.
Después, con algunas tortillas calientes hechas a mano, el platillo es una delicia. En tacos es posible comerlo. En escasos restaurantes se ofrece, aunque en pueblos, rancherías y caseríos del campo mexicano se consume esta distinta manera de saborear un par o más de huevos.
Aunque, aclaremos, en Veracruz es más fácil encontrar este platillo por ser parte de su gastronomía. Se les conoce como huevos tirados y se acompañan con chile y plátanos fritos o un pedazo de chorizo o longaniza freídos en aceite. Y a darle gusto al paladar y al estómago se ha dicho.
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