Primer plato

La comida de boda en Tonalá, una deliciosa trilogía

Sopa de bolitas, pipián y mole dulce son los principales platos de esta tradición tonalteca para celebrar a los recién casados

Juan Carlos Núñez Bustillos

Rosalina Medrano, “Doña Lina”. Foto: JC Núñez

La “comida de boda” es una tradición en Tonalá con la que se deleita a los recién casados y a sus invitados. Ahora ya casi no se prepara, dijo doña Lina, una de las mujeres tonaltecas que todavía la saben cocinar. “A los jóvenes ya casi no les gusta esta comida. Cuando se casan prefieren otras cosas y se va perdiendo la tradición”.

En un fresco y agradable patio de su casa Rosalina Medrano Lemus, doña Lina, recordó el día en que se casó con Jesús Delgado, hace casi 35 años. “En aquella época, cuando te casabas, eran tres días de celebración y en todas se daba comida. Era un hilerón de cazuelas. Al día siguiente, para la tornaboda la novia tenía que preparar el atole blanco para el desayuno y lavar todas las cazuelas. Así demostraba que estaba lista para casarse. En la tornaboda se comía arroz con garbanzos y el recalentado de lo que hubiera quedado”.

Doña Lina preparó recientemente una “comida de boda”. No para celebrar ningún matrimonio sino para deleitar con esta sabrosísima comida a un grupo de personas que participaron en una ruta cultural organizada por el Centro de Promoción Cultural del ITESO para conocer las tradiciones de Tonalá.

Jesús Delgado, el tastoán. Foto: JCN

El recorrido comenzó con una visita al Museo Nacional de la Cerámica que se localiza en esta población prehispánica de Jalisco en el que se pueden apreciar las típicas formas de trabajar el barro en la región. Jesús Delgado, esposo de doña Lina, es uno de los guías de este centro cultural.

La visita continúo en el cerro de la Reina con la presentación de la danza de los tastoanes (o tastuantes, como le dicen también algunas personas). Don Jesús Delgado es líder de uno de los grupos de danzantes y un reconocido artesano especializado en elaborar las tradicionales máscaras que portan los participantes en este baile ancestral que representa el enfrentamiento, en la época prehispánica, de los antiguos pobladores de la zona con Santo Santiago. Durante el baile el hombre que representa al santo “varea” con una rama a los tastoanes que le bailotean enfrente.

 

El sol caía a plomo. Al término de la danza un delicioso tejuino (bebida elaborada con maíz) refrescó a los danzantes y al público, y dio ánimo suficiente para conocer un local situado al pie del cerro de la Reina donde algunos de los artesanos más destacados de Tonalá ofrecen sus magistrales piezas.

Los tres platos

El recorrido cerró con broche de oro en el patio de la casa de don Jesús y doña Lina. El tastoán mayor, con las piernas heridas por los varazos que recibió de durante la danza dio la bienvenida a los hambrientos paseantes. Las enormes cazuelas de barro estaban dispuestas en el hermoso patio de bardas de adobe cuando apareció doña Lina, una excelente cocinera y gran conversadora, además de una artesana que trabaja el barro betus, una de las cerámicas típicas de Tonalá.

Sopa de bolitas. Foto: Juan Carlos Núñez

Entre chascarrillos y anécdotas explicó que la comida de boda de Tonalá está formada básicamente por tres platos: sopa de bolitas, pipián tradicional y mole dulce, además del arroz.

El primer plato es la sopa de bolitas.  Es un caldo de res con chile en el que se cuecen una especie de albóndigas sumamente compactas elaboradas con carne molida, masa de maíz, perejil, ajo, cebolla y tomate. “Se preparan las bolitas y se echan al caldo. Ahí se cuecen y cuando están listas suben por el calor del caldo. El color rojo se lo da el chile”, explicó. El caldo se sirve en los floreados platos pozoleros con elote, chayote, zanahoria y calabacita.

Pipián tonalteca. Foto: Juan Carlos Núñez.

El segundo plato de la comida de boda de Tonalá es un pipián tradicional elaborado con semillas de calabaza, cacahuate, maíz dorado y chile. Va acompañado de arroz rojo y se sirve en uno de los típicos platos de barro elaborados en Tonalá.

Doña Lina explica que el mole o adobo dulce con costillitas de cerdo se sirve al final, “porque es muy dulce y puede ser también postre. Lo dulce se lo da el piloncillo”, indicó. Este mole lleva además diversos ingredientes. Entre otros, canela, clavo, chocolate, chile mirasol y chile ancho.

Por su puesto que no podían faltar las tortillas bien calientes. “Yo desde los diez años sabía tortear”, comentó la cocinera, mientras un trío norteño alegraba la reunión. En frescos jarros de barro se sirvió agua de jamaica.

Mole dulce de Tonalá. Foto: JCN.

Algunos comensales se acercaron a las cazuelas humeantes hasta en tres ocasiones. ¿Qué le echa a su comida que sabe tan rica?, le preguntó uno de los asistentes. “Lo principal es el cariño. Cuando cocinen no lo hagan con coraje porque la comida se va al estómago y el coraje también. No debe hacer uno de mala gana la comida porque de eso nos vamos a alimentar. Hay que cocinar con alegría”.

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