“Vamos cocinando el plato que somos con los ingredientes que la vida nos da, y con los que elegimos y nos regalan los demás”
Juan Carlos Núñez Bustillos
“Yo entiendo el mundo a través de la gastronomía (hasta Dios se hace pan). Con ella todo puede explicarse, incluso el carácter de la gente”, escribió Nené Ortiz. “Yo creo que vamos cocinando el plato que somos con los ingredientes que la vida nos da y con los que elegimos y nos regalan los demás”.
“Hay personas aunecidas* (como las lentejas que aumentan una barbaridad) y desaunecidas (como el calamar que una vez guisado merma que es un gusto). Hay personas que son como el caldo de setas, no saben a nada, otras son reposadas como el vino de reserva, otras son correosas y duras, otras blandas y dulces como un bizcocho borracho. De todo hay”, decía.
El plato que fue Nené Ortiz era como una sopa casera y calientita en la peor noche del invierno o en el día más triste. Reconfortante, reconstituyente, amorosa. Fue como la comida que ella preparaba con maestría: sencilla y sin pretensiones, pero desbordante de sabores y de ternura; generosa y abundante, con notas de picante humor y sabor de hogar.
Con los ingredientes que le dio la vida, con los que ella eligió y con los que también recibió de los demás cocinó, a fuego lento, como se debe, una vida para los demás en la que preparó por igual entrañables textos que platillos deliciosos.
Viví en Madrid, en 1993. Durante toda la semana esperaba con ilusión el sábado para ir visitar a la familia De la Riva, mi familia allá, y disfrutar de las delicias que preparaban. Cuando abrían la puerta, emanaban los deliciosos olores que inundaban el departamento.
La tortilla de patatas y el cocido madrileño eran de mis preferidos, acompañados por un sabroso vino tinto o una cerveza bien fría. La sobremesa con Fernando su esposo; con Ana y Pablo, sus hijos; y con su hermana Ana se extendía en una sabrosísima conversación hasta la noche.
En Huérmeces del Cerro, un pequeño poblado en la Guadalajara española, pasamos un maravilloso y frillito fin de semana de otoño. En la terraza disfrutamos de unas chuletas de cordero exquisitas.
–Están deliciosas, ¿qué les pusiste?, le pregunté.
–Sal y fuego, respondió con una sonrisa.
A su breve receta, le faltó el principal ingrediente: Ella. Su sazón, su mano y su corazón, el cálculo preciso de cuánta sal, cuánto tiempo, cuánto fuego. Su gusto por cocinar.
Con esta naturalidad y maestría confeccionó también sabrosos textos. Algunos divertidos y agridulces como cuando escribe: “En este afán salutífero que me ha entrado compré arroz integral. Ayer lo puse a cocer y lleva 24 horas en la olla exprés con el pitorro puesto. Me he levantado de noche a comprobar si estaba hecho, pero no, ahí seguía el tío, incólume como el brazo incorrupto de Santa Teresa. Yo creo que el arroz integral más que un cereal es un mineral”.
Otros, de sabores intensos, como cuando añade: “El arroz blanco estriñe porque te quita las ganas de vivir. Ante un arroz blanco te sientes automáticamente enferma y el cuerpo se prepara para guardar reservas. Sin embargo, ante una fabada el cuerpo se expande, se expresa, comunica…”.
O cuando dice: “Por la puerta de doña Joaquina se cuela un aroma a jureles fritos con aceite usado. Un olor a pobreza lenta”.
Era una escritora nata, aunque ella no le gustaba que le dijéramos así. Sus textos pueden leerse en https://lasquemehabitan.blogspot.com/ En Jaliscocina publicamos: Aromas de memoria (España años 60), El plato que somos, Nuestra Señora del Bocadillo y Afán Salutífero.
Nené Ortiz, escribió también, a mano, el mejor libro de cocina que tengo. Con su preciosa caligrafía plasmó en una gruesa libreta varias de sus recetas que conservo como un gran tesoro. Me lo regaló el día en que regresé a México.
Oriunda del pueblo de Haro, en la región de la Rioja, Nené Ortiz murió hace un mes, el pasado 27 de agosto. Nos dejó con el eterno sabor del riquísimo plato que fue y con una invitación:
“Bueno, pues eso, que seáis capaces de guisaros hoy poniendo los mejores ingredientes que tengáis en la despensa del corazón”.
*Es un regionalismo de La Rioja, España, de donde es oriunda Nené. Significa: “Cundido, dado de sí, aumentado de volumen, dando mucho rendimiento en el trabajo. Se aplica a la vianda que cunde mucho” (Wikirioja)
2 Comentarios
Amalio Rey
28 septiembre, 2020 at 3:52 pmGenial el post, Juan Carlos. Lo he disfrutado de cabo a rabo. Enhorabuena. Merecido homenaje a esta gran mujer
Juan Carlos Núñez Bustillos
2 octubre, 2020 at 8:55 pmMuchas gracias, Amalio. Aprecio mucho tu comentario. Me alegra mucho haber podido compartir mi cariño y admiración por Nené.